Después de una semana de arduo trabajo hoy, Ryu Enami decidió premiarse con momentos de relajación y disfrutar al máximo el fin de semana. Fue al salón de masajes más famoso de aquí. Enami fue recibida con mucha atención por el empleado. Sus muchos años de experiencia en masajes la hicieron olvidar todo. Después de verter gotas de aceite fragante sobre los pechos y las finas bragas de Enami, comenzó a masajear y empujar muy rítmicamente, haciendo que Enami sintiera el placer extendiéndose por cada rincón de su cuerpo. Ahora ambos se habían olvidado de todo, no existía el concepto de clientes o empleados, solo un hombre experimentado atendía a la mujer lujuriosa.